Lara Fernández, periodista especializada en crianza, maestra de Educación Infantil y content manager de Educar es todo
En Educación, como en otros tantos ámbitos, la comunicación es esencial. Necesitamos comprender los mensajes para poder desarrollar un pensamiento crítico. Por eso es fundamental aprender a expresarnos.
¿Quién no ha tenido que enfrentarse a hablar en público en alguna ocasión? ¿O le ha tocado hacer un escrito formal? Puede que llegue el día en el habremos de enfrentarnos a una charla importante en nuestro trabajo o que simplemente queramos expresarnos durante una reunión. Tal vez necesitemos redactar una carta a un ayuntamiento. Incluso puede que sean nuestros hijos o nuestros alumnos los que se vean en la tesitura de hacer una exposición de un trabajo, una simple redacción o de presentarse a unas oposiciones.
No nos han enseñado, y muchas veces no sabemos cómo hacerlo, y nos bloqueamos. A nuestros hijos y alumnos también les pasa.
El problema estriba en que, además, disponemos de pocos recursos para convertir nuestras conversaciones en exitosas y efectivas. Porque quizá el lenguaje verbal tampoco nos acompaña. Y al final este es el pilar fundamental de una comunicación. De hecho, según Mehrabian, solo el 7% del intercambio comunicativo corresponde a las palabras. El 93% restante lo determinan y constituyen el lenguaje corporal y el uso de la voz, es decir, elementos no verbales. Hablando claro, una conversación puede irse al traste sin ni siquiera haber pronunciado una sola palabra.
En la educación, como en otros tantos ámbitos, la comunicación es esencial. Necesitamos comprender los mensajes para poder aprender. Si somos maestros, es vital que sepamos trasmitir motivación, valores, ilusión, ganas de aprender, curiosidad por el aprendizaje… y tantas otras cosas a nuestros alumnos. Si somos nosotros los estudiantes, requerimos de herramientas para poder entender y comprender, atender y asimilar. Si somos padres y madres queremos que nuestros hijos nos escuchen, pero también que se comuniquen con nosotros.
Por eso es fundamental que interioricemos una serie de claves. Como ocurre siempre en educación, existen ingredientes básicos que hay que introducir en la coctelera para obtener esa receta deliciosa y fraguada a fuego lento. Aquí encontraremos principalmente el ejemplo. Porque nuestros alumnos, nuestros hijos, los niños en definitiva, no aprenden de lo que les decimos o de lo que les explicamos, sino de lo que hacemos, de lo que les mostramos con nuestros gestos y hechos. Pero también el amor, el juego, la presencia, el acompañamiento y apoyo incondicional, la validación emocional, el fomento de la autoestima, los cuentos como herramienta valiosa, la escucha activa y las preguntas abiertas y no condicionadas ni que pretendan enjuiciar.
En nuestra mano está ayudarles, y ayudarnos a nosotros mismos. Porque al igual que la educación emocional, la asertividad, la educación digital y otros tantos aspectos no encontraban su hueco en la educación y nos tocó desaprender para aprender de nuevo, con la comunicación y la expresión oral y escrita sucede lo mismo. Nos toca aprender las herramientas al mismo tiempo. Aprender mientras enseñamos.
Y de eso va precisamente el libro ‘Enséñame a comunicar’, prologado por Manu Velasco, maestro con los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas. No solo porque desglosa recursos, tips y trucos para aplicar tanto en la comunicación oral como en la escrita, tanto en la comunicación no verbal como en el aula, sino también porque propone un total de 80 dinámicas, actividades y juegos para llevarlo a cabo tanto en familia como en el aula.
Si quieres saber más, puedes contactarme a través de mi cuenta personal de Instagram: @lara_mamaestra